martes, 19 de febrero de 2013

La maquinaria del poder financiero, en marcha para derrocar a Rajoy


Andrés González – ATTAC Acordem.
El peligro de convertirnos en cómplices de un nuevo ataque de los poderes financieros a la democracia es elevado. Lo estamos viviendo estos días con el asunto Bárcenas y compañía. Creo que pensar que Esperanza Aguirre está detrás de todo esto es demasiado simplista además de previsible. El derrocamiento de gobiernos por parte de los oligopolios financieros internacionales no es nuevo en la historia reciente de Europa. Primero fue Grecia, un país en el que el Primer Ministro Yorgos Papandreu se atrevió a decir que iba a convocar un referéndum sobre el “plan de rescate” para consultar a los ciudadanos. El enfado de las élites financieras (verbalizadas por sus adeptos Merkel y Sarkozy) provocó su dimisión. El nuevo Primer Ministro Lukás Papadimos –al que Papandreu rechazó como Ministro de Finanzas en su gobierno–, había sido vicepresidente del Banco Central Europeo desde 2002 hasta 2008. Un “tecnócrata”, nos empezaron a decir por entonces, palabreja que escupe el lenguaje neoliberal lleno de ese veneno que adormece, pero no mata: la anestesia1. Tras 7 meses en el gobierno y finalmente dos convocatorias electorales en el plazo de un mes (plagadas de insultos y ultrajes desde fuera de Grecia contra Syriza, la alianza de izquierdas contraria a los dictados de la troika2), actualmente gobierna una coalición con Andoni Samarás a la cabeza, un fervoroso creyente en los dogmas de austeridad, la consolidación fiscal y las privatizaciones3.
En Italia tuvieron que derrotar al ególatra Silvio Berlusconi, personaje poco colaborador con la troika que miraba únicamente por sus propios intereses (ni siquiera se preocupaba por los de los italianos). La historia de cómo acabaron con él es conocida. Pusieron a Mario Monti, otro “tecnócrata” al que el pueblo italiano no había votado (había sido asesor de Goldman Sachs durante el periodo en que esta compañía ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego). Monti compagina su cargo de Primer Ministro con el de Ministro de Economía para tener el control absoluto de la economía italiana, sin intermediarios. Ahora quiere seguir gobernando sin presentarse a las elecciones. Otra pirueta más.
En España parece que las últimas declaraciones de Rajoy pidiendo políticas de crecimiento no han sentado bien a determinados sectores financieros (aunque seguramente haya también otros motivos), pero el caso es que han decidido que el método para hacer saltar al gobierno sean sus prácticas corruptas, la forma más fácil de contar con el apoyo de la mayoría de la sociedad española. La corrupción no se tolera en ningún rincón de la sociedad, ni siquiera entre sus votantes. Rajoy ya no tiene nada que hacer, la artillería está siendo muy pesada, la voladura controlada del gobierno del PP ha empezado y no tardará mucho en caer. Su sentencia de muerte política está firmada. Dice Carlos Martínez en un excelente artículo que “es muy bueno que salgamos a la calle diciendo chorizos fuera y que esta crisis es una estafa, pero también que sepamos qué se cuece en las esferas gatopardianas del poder real. De los que, más allá de partidos, manejan el estado. Debemos intuirlo para actuar en consecuencia.  […] Los oligarcas desean más contundencia, más “reformas” y una concentración mayor de poder”4. Estoy totalmente de acuerdo con él, también en que sorprende que Rubalcaba pidiera ayer la dimisión de Rajoy pero no la convocatoria de elecciones. Pide un cambio de Presidente sin elecciones. Hay que adivinar a quién quieren poner de recambio. Las experiencias de Grecia e Italia nos pueden poner sobre la pista: un “tecnócrata” de fuertes vinculaciones con las altas esferas del poder financiero que además esté limpio de corrupción para que la jugada no se les vuelva en su contra. Si miramos los nombres que NO aparecen en los papeles de Bárcenas y que no pueden aparecer en el futuro por su vinculación más o menos reciente con el PP, nos encontramos con dos figuras que podrían ocupar la plaza (pensando siempre que el recambio vendrá desde dentro del actual gobierno). La primera es Soraya Sáez de Santamaría. Es buena en el cuerpo a cuerpo pero demasiado joven y no tiene ni curriculum ni experiencia en el sector financiero. El perfil de Luis de Guindos parece más adecuado. Es una torre bien situada en el centro del tablero. Trabajó como presidente ejecutivo en Lehman Brothers, como responsable financiero en PriceWaterhouseCoopers y como consejero del Banco Mare Nostrum5 6. De Guindos además está fuera de toda sospecha de corrupción, no sale en los papeles de Bárcenas (ni saldrá), no está afiliado al PP (es un “tecnócrata”) y puede hablar con cualquiera sin intérpretes: sabe inglés.
El peligro el que nos enfrentamos es que seamos cómplices de un derrocamiento con fines opuestos al interés general de la sociedad. Están usando la corrupción para dirigir la furia popular contra un partido y un sistema para así conseguir sus objetivos, no los nuestros. Rajoy debe marcharse, pero la lucha por el poder político seguirá y ellos ya tienen su hoja de ruta. No podemos permitir que nos lleven a una alianza entre PP y PSOE dirigida por las élites financieras, coalición que ya cambió la Constitución para poner a nuestra democracia a su servicio. Estos dos partidos sólo quieren su parte del pastel, no el interés general. La izquierda se encuentra actualmente intentando recomponerse con mesas de convergencia, cumbres, movimientos sociales y otras iniciativas. Pero no hay que olvidar que esta no es una guerra entre izquierdas y derechas, sino de los de arriba contra los de abajo. La derecha crítica (que sí, existe) está totalmente desconcertada, corretean también como pollo sin cabeza. La unión debe ser del pueblo contra los poderes financieros, que tienen a los políticos como fieles servidores y conseguidores de sus intereses. El frente común debe incluir a la derecha también crítica con un sistema que nos considera, a toda la ciudadanía (unos somos más progresistas y otros más conservadores), mercancía en manos de políticos y banqueros.
NOTAS:
1. “No nos lo creemos. Una lectura crítica del lenguaje neoliberal“. Clara Valverde. Ed. Icaria&Asaco. Año 2013
2. Diario Público. “Merkel trata de influir en las elecciones griegas hasta el final”. 16 de junio de 2012
3. CIDOB. Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona.
4. portuarioenexcedencia. “Algo muy grave está pasando”. Carlos Martínez. 2 de febrero de 2013.
5. Wikipedia. Luis de Guindos
6. Diario 20 minutos. “Los trece nombres que forman el nuevo Gobierno de Rajoy”. 21 de diciembre de 2011.
Fuente:http://www.attacandalucia.org/la-maquinaria-del-poder-financiero-en-marcha-para-derrocar-a-rajoy/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+AttacAndalucia+%28ATTAC+Andalucia+-+Justicia+Econ%C3%B3mica+Global%29
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sábado, 9 de febrero de 2013

El Metro:ética o estética


Por Toni Morillas

El futuro del Metro de Málaga está protagonizando el debate público en la ciudad. No creo, sinceramente, que ocupe el mismo protagonismo en las preocupaciones con las que los malagueños se levantan y acuestan cada día. Cosas que pasan, y no por casualidad. En pleno centro del maremoto de desmantelamiento de los servicios públicos, del paro galopante,del empobrecimiento masivo y de la anulación de derechos fundamentales en un escenario de corruptelas y crisis del régimen, el debate del Metro surge en la ciudad con una relevancia y vehemencia inquietantes. Y no digo que no sea un debate importante, en el que es imperiosa la máxima participación de la ciudadanía en la toma de decisiones al respecto,pero sin duda, que ocupe la centralidad que está ocupando,solo puede ser consecuencia de una estrategia partidaria a la que le es más rentable conflictivizar sobre el Metro, que hacerlo sobre las pensiones, el paro y la precariedad, la carestía de la vida, la dependencia o la sanidad.

Sin embargo, tomar partido es una obligación y una responsabilidad social, en general para la vida, y también en el debate del Metro. Que un grupo político no tome posición solo puede ser consecuencia de tibieza, mediocridad o de un interés "soterrado" bajo cálculos electorales desfavorables.

A la pregunta de ¿cómo te gustaría que fuera el Metro? Se puede responder desde varias premisas. La más común:la estética. El PP está convirtiendo el debate del Metro en un debate estético sustentado en la leyenda popular de que el Metro, para ser un metro de verdad, tiene que ir por abajo, soterrado. Normal, teniendo en cuenta que la referencia que tenemos todos, es el Metro de Madrid, probablemente el primer metro que todos hemos conocido y la imagen que viene a nuestra cabeza, cuando aparece la palabra “metro” en una conversación. Sin embargo, basta con bucear por google, para apreciar que la realidad siempre es más diversa y amplia de lo que nuestros ojos han visto o conocido, y que la utilidad social de un medio de transporte colectivo como el metro,no está condicionada por su tránsito por arriba o por abajo. Estrasburgo, Zaragoza, Amsterdam, Frankfurt, Marsella, Lyon...todas ellas,ciudades europeas con metros que compatibilizan tramos soterrados con tramos en superficie, sin que ello haya provocado efectos dramáticos entre la población.

Sobre la estética, podríamos tener un amplio debate, y como siempre, en lo referente a la estética “hay gustos para todo”. Sobre el impacto en el diseño urbano del centro de la ciudad,también podríamos tener un amplio debate entre un centro ocupado por los 40.000 coches que cada día atraviesan la Alameda principal o un centro recuperado por los peatones para su paseo y disfrute. Recuerden los debates sobre la peatonalización de la Calle Larios. Sin embargo, no voy a valorar estos aspectos, porque creo que el debate central es sobre la ética en el gasto público. La ética y la responsabilidad sobre el gasto realizado, la ética y la responsabilidad sobre el destino futuro de los impuestos de los malagueños,en un escenario de recorte presupuestario.

Más de 500.000.000 de euros lleva gastados la Junta de Andalucía en el Metro de Málaga. 500 millones de euros invertidos,unas obras largas y con enormes imprevistos que conllevaron en la etapa anterior de gobierno del PSOE en solitario en la Junta,el incumplimiento de plazos de ejecución y la paralización de las obras, con los consiguientes perjuicios para vecinos y comerciantes. Una inversión de más de 500 millones de euros bien vale ser rentabilizada socialmente. Es una irresponsabilidad política enorme plantear como posibilidad,tal y como está haciendo el PP y el gobierno local, la paralización de las obras y que estas no lleguen a su término, augurando un escenario económico futurible más favorable. ¿Acaso alguien quiere que el Metro de Málaga acabe siendo el particular aeropuerto de Castellón de los malagueños?

Lo que queda por hacer y lo que nos costaría. Ni más ni menos que 430 millones más costaría la solución soterrada,cuatro veces más que la solución en superficie. Y esta estimación económica se queda corta, ya que si finalmente se para la puesta en funcionamiento en Renfe, no solo afectaría a la utilidad social de metro, ya que el mismo sería menos usado que otros medios de transporte públicos que llegan hasta el centro,sino que implicaría pagar a la empresa concesionaria año a año millones de euros por el déficit de explotación. Hablamos de millones de viajeros previstos,millones de malagueños que no se van a poder beneficiar de la obra que están pagado. En el caso del de Sevilla, y aunque no nos guste compararnos, cada año la Junta paga más de 50 millones de euros a la empresa. ¿Estamos dispuestos los malagueños a que nuestros exiguos recursos vayan a parar a una empresa, sin sacar ningún beneficio alguno por ello?

Más sobrecostes. Una solución en superficie permitiría poner en 2013 en funcionamiento las líneas hasta Renfe, en 2014 hasta el Guadalmedina, en 2015 hasta la Malagueta y en 2016 la línea 3 hasta el Palo. Una solución soterrada del Guadalmedina a la Malagueta tendría un tiempo mínimo de obra de 3 años (el doble que la solución en superficie),ampliables indefinidamente, teniendo en cuenta el previsible hallazgo de restos arqueológicos bajo la Alameda. Recuerden el drama de la paralización de las obras en los callejones del Perchel por esta razón. Cada año de retraso en la obra, significa mayor desembolso de recursos públicos, de unos recursos públicos que no existen ni en las arcas de la Junta ni en las del ayuntamiento, y cuya búsqueda a través de la generación de deuda está limitada, como todos sabemos, por la ley de estabilidad presupuestaria del PP. Por poner un ejemplo de sobrecostes en una obra pública sufragada por los malagueños: Cuando la remodelación de la Plaza de la Marina, se preveía una obra de 20 meses de duración con un coste de 350 millones de pesetas. Finalmente se ejecutó en 36 meses, con un coste de 1.500 millones de pesetas. ¿Estamos dispuestos a gastar lo que no tenemos en un medio de transporte que va a estar infrautilizado por la demora previsible de las obras y por la incapacidad para sufragar los sobrecostes?

Para cerrar la cuadratura del círculo, una solución soterrada requeriría de la ocupación parcial para las obras del aparcamiento de la plaza de la Marina. Menos aparcamientos en el centro y nuevo desembolso de dinero público a la empresa del aparcamiento, en concepto de indemnización por cese del uso del mismo durante el periodo que dure la obra. Insisto, periodo incierto. Y todo ello, justo cuando se está recortando en ayudas sociales, en servicios sanitarios y educativos, en políticas de empleo. No parece ser de justicia,aunque a muchos les resulte más bonita estéticamente, optar por una solución soterrada que significaría la ruina económica para las administraciones que nos gobiernan y prestan los servicios públicos que aún nos quedan, los que aún no han desmantelado, a duras penas.

Ni que decir tiene que la ética en el gasto público no ha sido la dominante en años anteriores. A todos se nos vienen a la cabeza un puñado de inversiones millonarias, a cargo de la hacienda pública, con nulo uso social. En Málaga tenemos unos cuantos casos:la gerencia de urbanismo, las obras y canon del fallido Museo de las Gemas, la compra por 21 millones de los edificios del Astoria y Victoria, que continúan siendo un hervidero de ratas y escombro, y un largo etcétera que los malagueños conocen. Sin embargo, defender la posibilidad de que una infraestructura de transporte que ya ha arañado una inversión millonaria, quede paralizada e infrautilizada y por tanto, generando más gasto inútil socialmente, por una razón estética, por el ánimo de echar candela a la batalla entre instituciones gobernadas por diferentes opciones políticas o en el mejor de los casos, por un modelo de ciudad anacrónico,no parece justificable en los tiempos austericidas que corren.Prioridades, preguntemos a los malagueños cuales han de ser las prioridades en el gasto público.

Sinceramente. Preferimos un metro que ofrezca una nueva alternativa de transporte público y colectivo a cuantos más malagueños, mejor. Preferimos un medio transporte menos contaminante, y estamos dispuestos a ello, aunque signifique ver pasar un tren por la Alameda cada 5 minutos. Preferimos que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento prioricen el mantenimiento de los servicios sociales, de la educación y la sanidad, a que atendiendo a un capricho estético, gasten los recursos públicos en una obra inviable económicamente, que hipotecaría nuestros impuestos durante décadas. Y sí, Prefiero un metro en superficie, aunque ello signifique perderme la gran satisfacción visual de apreciar el tránsito de 40.000 vehículos al día por la Alameda principal, con el agradable olor que desprenden.

Fuente: http://tonimorillas.blogspot.com.es/2013/02/el-metroetica-o-estetica.html

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viernes, 8 de febrero de 2013

Distopías


Por Pedro Salas Rojo

Para invocar al demonio primero necesitas saber qué nombre tiene.
William Gibson

Una distopía, aunque aun no referenciada en la RAE, podemos definirla como la idea antagonista de una utopía. Es una realidad perversa, totalmente contraria a lo que podemos considerar como una sociedad ideal: la manipulación y el adoctrinamiento masivo del Estado (o ente gobernante) favorecen el control de las masas, empleando la coerción contra los rebeldes; todo ello bajo una apariencia paternalista y benevolente.
La palabra distopía había sido utilizada hasta ahora sobre todo en géneros de ciencia ficción, cobrando mucha importancia en el ciberpunk y derivados. El acceso a barbitúricos y a la dietilamida de ácido lisérgico por parte de numerosos autores entre los 70 y los 90 favorecieron la creación de estos mundos distópicos. Seguro que sabes de lo que hablo si recuerdas Matrix o Blade Runner... ¿aun no las has visto? si la respuesta es negativa, pero estás enganchad@ a Gandía Shore, es el momento de que dejes de leer el artículo.
En cualquier caso, el lector avispado habrá reparado en que la definición de la palabra que da nombre al artículo ya no hace referencia solo a ciencia ficción o a mundos futuristas: no es más que la pura realidad actual.
¿Podemos dudar de la manipulación del Estado? De todos los ejemplos que cada uno puede exponer nombraré a los medios de comunicación controlados por los grupos de poder, la distorsión de imágenes y noticias así como la represión de aquellos periodistas que ejercen de manera rebelde y libre su profesión. De PRISA a Intereconomía, pasando evidente y patéticamente por el sector informativo público.
Del uso de la coerción contra los rebeldes también podríamos traer numerosas románticas escenas, aunque prefiero nombrar las más recientes persecuciones en la plaza de Neptuno, donde un grupo de animales con placa defendió a capa y espada (o a porra y escudo) los derechos de la mayoría silenciosa, tal y como se encargó de recordarnos nuestro padresito, el presidente.
Sí, aquí abordamos la última premisa de la definición previamente dada. Mariano I el Bueno. Paternalista y benevolente, con su amable sonrisa permanente, siempre defendiendo y agradeciendo a la mayoría silenciosa su complicidad. Cada bajada de pantalones ante Merkel, cada felación al poder de los mercados, cada palo a unperroflauta o a un comunista son en loor de esa basura que nos han vendido como “bienestar general”.
Lo curioso de todo esto es que, tal y como ocurre en las “profecías” distópicas, la gran parte de la sociedad permanece adormecida ante tales atentados a su propia integridad humana. A pesar de ser lo primero que podemos pensar, dudo profundamente que esto sea debido a la famosa estupidez congénita humana, y por supuesto me opongo a la idea de supremacía intelectual por parte de los que conocen y analizan la realidad más allá de las apariencias. Debe haber algo más.
De hecho, hay muchas cosas más. La represión y la manipulación a lo largo de la historia han sido tales que hoy en día podemos ver reflejadas en prácticamente todas las facetas culturales y sociales sus consecuencias. La explicación la podemos encontrar en los experimentos sociológicos de Zimbardo, que demostraron que los individuos actúan conforme a lo que su grupo social y estatus dentro del mismo le presuponen, por lo que no es ilegítimo llegar a la conclusión de que siglos de (por ejemplo) patriarcado, servidumbre, barbarie y violencia han influido de forma determinante en la situación actual, atendiendo a todas sus dimensiones.
Esto tiene una consecuencia inmediata, que además no es positiva ni halagüeña: si el proceso de dominación, adormecimiento y desidia vital nos acompaña desde hace tanto tiempo el despertar es, en consecuencia, un proceso lento y pesado. Tal y como ocurre con el paso de la distopía actual a la utopía, nos encontramos en el polo opuesto del ideal; pretender cambiarlo todo de golpe recuerda a aquella frase de Lampedusa en El Gatopardo, donde habla de“cambiarlo todo para que nada cambie”.
Es sin duda una tarea hercúlea que tenemos la obligación moral de continuar, como herederos intelectuales de todas aquellas personas que dieron su vida en pos de un futuro distinto y más favorable para todas y todos.
Como primer paso para llevar a cabo nuestra tarea de acabar con esta distopía propongo lo siguiente: repensar y reutilizar el lenguaje. Gibson dice en el subtítulo del artículo que para poder invocar al demonio hay que saber su nombre. Nada más próximo a la realidad: debemos empezar a conceder la importancia que merecen a las palabras y a su significado. El lenguaje sexista, los eufemismos y los términos caducos que desde las es clases dominantes nos han impuesto, así como la represión a aquellas voces que ya no pueden volver a alzarse merecen nuestra más firme respuesta. La verdadera revolución y el verdadero despertar comenzarán cuando podamos comunicarnos de una manera plena, utilizando nuestro propio lenguaje. De este modo les arrebatemos una de sus herramientas más útiles de represión, convirtiéndola en un arma de libertad: la palabra.

Fuente: http://pedrosalasrojo.blogspot.com.es/2012/11/distopias.html

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miércoles, 6 de febrero de 2013

Una respuesta popular para un fin de ciclo histórico


Lo peor de lo que vamos sabiendo del caso PP es que tiene toda la pinta de ser sólo una parte (importantísima y de una gravedad colosal) de la podredumbre que ha dirigido nuestro aparato político-económico hasta aquí. No es sólo un asunto de indecencia ética, que también, sino sobre todo es la explicación de cómo la corrupción ha engrasado nuestro modelo de país. Lo que tenemos en el cuaderno de Bárcenas es a empresas, fundamentalmente constructoras, financiando ilegalmente al Partido Popular y a éste usando esa financiación ilegal no sólo para adulterar la democracia (como el deportista dopado adultera la competición) sino para pagar sobresueldos en dinero negro a toda la dirección nacional.
Por decirlo en plata, una de las dos patas políticas (el PP) del bipartidismo tenía a su cúpula comprada, sobre todo, por las constructoras. A partir de ahí cabe entender cientos y cientos de obras inasumiblemente caras y sobre todo el fomento de la especulación inmobiliaria como motor único de la economía del país(recordemos que fue el PP de los sobres el que en 1997 aprobó una Ley de Suelo que terminó de alimentar la burbuja inmobiliaria hasta su explosión).
Así las cosas la política económica que nos trajo a la crisis no fue un error de cálculo, sino un saqueo que deja en inocente aquella instalación masiva de telefonillos pactada en una cacería que retrataba La escopeta nacional. No es que pensaran que el boom inmobiliario fuera bueno para la economía española y se equivocaran, sino que se formó una amalgama de intereses económicos en la que la corrupción jugaba un papel estructural: el de poner la política al servicio del saqueo del país hasta que reventara mientras el precio de la vivienda subía y subía y millones de personas no tenían dónde vivir pero veían a nuestros gobernantes presumiendo de que estábamos en la Champions League de la economía.
La extrema gravedad de la situación se debe a que no cabe pensar que en los papeles de Bárcenas esté todo lo que ha pasado en este país en estos años. Ni siquiera en el PP: los pagos que registra el cuaderno parecen ser sólo a dirigentes nacionales, mientras hemos visto que la trama Gürtel se desplegaba  por el PP madrileño y valenciano. En los papeles de Bárcenas no aparecen dirigentes autonómicos como Jaume Matas, por poner el ejemplo más evidente. Y cualquier paseo por cualquier provincia española permite ver aeropuertos inútiles, M-30s ruinosas, estaciones de AVE oportunamente ubicadas en terrenos inhabitados propiedad de cuñados, campos de golf ilegales, rascacielos injustificables, ciudades de la cultura o de lo que fuera menester, candidaturas olímpicas, macroeventos…que sólo pueden explicarse mediante una enajenación mental colectiva o más bien mediante una coalición de intereses entre la oligarquía económica y las élites políticas cooptadas en los distintos ámbitos territoriales del Estado: ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y Estado central.
Además esa corrupción estructural no se detiene en las instituciones controladas por determinados partidos políticos. Junto a la podredumbre de la Casa Real o el sostenimiento de Dívar en el Tribunal Supremo mucho más allá de lo razonable, hay algunos datos que pasan por anecdóticos pero que esconden la gravedad de la extensión de la podredumbre.
Que los papeles de Bárcenas incluyan la financiación de Libertad Digital no es una novedad ni siquiera en el nombre: ya en el sumario del caso Palma Arena apareció un medio local, llamado Libertad Balear, pagado por la trama de Jaume Matas. Dado el evidente seguidismo del PP en el kiosko, las tertulias, la TDT,… que el PP financiara ilegalmente sólo a uno lleva necesariamente a una disyuntiva: o los repartidores de sobres eran idiotas (por gastarse el dinero en un medio innecesario dada la generalización del apoyo patéticamente entusiasta de la mayoría de medios) o los sobres a este medio en concreto son sólo una de las formas en las que se incorpora el tejido mediático a la coalición de intereses para el saqueo del país.  Ya fuera mediante concesión de licencias, contratos en canales públicos, puertas giratorias (cuántos directores de medios van a o vienen de determinados gabinetes de comunicación) o finalmente mediante el sobre, la indisimulada servidumbre mediática sólo es comprensible mediante la incorporación de una élite periodística al tinglado.
La podredumbre no es, pues, sólo una desagradable acumulación casual de manzanas podridas, sino que es el esqueleto de un modelo político y económico engrasado mediante la corrupción y en el que la anomalía son las piezas de resistencia honesta. Cabe recordar figuras heroicas como Manuel Fuentes, el alcalde de Seseña que quiso pararle los pies al Pocero y vio a Zaplana desde el Gobierno central, a Bono desde el Gobierno castellano-manchego y a un juzgado que reiteraba fianzas impagables al alcalde decente, junto con el apoyo de medios digitales comprados por el Pocero (y finalmente la asesoría de comunicación al Pocero del infame Alfredo Urdaci) que perseguían al alcalde honrado y asfixiaban al ayuntamiento de Seseña. Fue un perfecto ejemplo de cómo se orquesta la coalición de intereses contra las manzanas sanas.
La situación actual es la inmediatamente previa a una demolición de régimen ya imparable (si no ya iniciada con la reforma del artículo 135 de la Constitución). Y ante eso sólo cabe recordar el aprendizaje de tantas lecciones como nos ha dado la Historia:en ningún sitio está escrito que la demolición vaya a traernos algo mejor. Demoliciones como ésta trajeron fascismos hace décadas, y Berlusconis más recientemente; pero también permitieron el advenimiento de las alternativas democráticas y sociales que hay hoy en América Latina.
Salvador Allende nos dejó dicho que la Historia es nuestra y la hacen los pueblos y esa lección debe ser nuestra guía hoy. Esa es nuestra responsabilidad como pueblo y como actores políticos y sociales: estar a la altura de la Historia y hacer Historia. Si no la hacemos, nos la harán.
Desde que empezó la crisis y la respuesta antisocial desde el poder a la misma se ha ido conformando una pluralidad de tejidos de diversos tipos: desde instrumentos de propuesta y organización como las Mesas de Convergencia o el Frente Cívico a movimientos más difusos, mareas por la defensa de cada uno de los espacios que nos quieren saquear, convocatorias concretas, huelgas, protestas… envuelto todo en ese nuevo clima llamado 15M. Mientras, sigue habiendo miles de personas que no han participado en el saqueo al país organizadas en fuerzas políticas y sindicales y que casi siempre participan también en todo ese tejido de movimientos y mareas.
Existen mimbres cada vez más sólidos para tejer una respuesta: lo único que no tenemos es mucho tiempo. La situación de demolición urge a ser máximamente audaces, a no esperar a ver qué paisaje emerge de forma natural tras la caída del actual edificio: si esperamos serán otros quienes diseñen el edificio, quienes nos impongan un Monti, quienes ideen un fascismo del siglo XXI.
Cabe, cómo no, cierta autocrítica por haber llegado hasta aquí sin haber tejido una respuesta democrática a una crisis que, pese a estar en una fase tan aguda, lleva en marcha mucho tiempo ya. Habrá tiempo para esa autocrítica que venga desde quienes no se tomaron en serio las propuestas de refundar la izquierda hasta quienes recelaron de todo el que viniera luchando por más justicia y democracia desde antes del estallido social. Sea como fuera, esa no es la tarea urgente.
Lo prioritario hoy es ponernos en situación de construir sobre la ruina un edificio popular, democrático, social, cuyos arquitectos no sean los repartidores de sobres sino el pueblo mediante instrumentos democráticos organizados y muy compartidos. Construir ese edificio es lo que desde diversos ámbitos sociales, académicos y políticos se ha venido en reclamar mediante la propuesta de un proceso constituyente. Antes podía ser un deseo más o menos atrevido; hoy no, hoy es una tarea inaplazable ante la evidencia de la demolición y de que o constituimos o constituirá la misma oligarquía político-económica que nos ha saqueado.
La gran tarea histórica a la que necesariamente nos enfrentamos carece de un actor único capaz de ponerla en marcha incluso en el dudoso caso de que fuera positivo que hubiera tal único actor: los actores clásicos (organizaciones políticas y sindicales no cómplices) no tienen la fuerza necesaria (y en ocasiones tampoco las ganas) para enfrentar en solitario el reto histórico; y los movimientos emergentes, con toda la eficacia y lucidez mostrada en poco tiempo tampoco tienen la entidad necesaria para construir el país democrático y social que necesitamos. El tejido de respuesta articulado en los últimos meses es muy importante pero su grado de dispersión imposibilita la acción constructiva sin atreverse a crecer organizativamente: cada vez es más eficaz para la acción reactiva, pero ante la demolición eso no basta.
Por eso hoy urge la generosidad por todas las partes y la audacia para encontrarnos en un frente común las diversas fuerzas políticas y sociales, los diversos movimientos, el múltiple tejido popular que se ha ido articulando frente al saqueo y que desde ese frente común se articule una respuesta coordinada en todos los ámbitos (en la calle, en las instituciones, en los centros de trabajo, en los centros de estudio, en los hospitales, en los juzgados, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en…) no sólo para detener el saqueo sino para generar un poder constituyente: un poder constituyente que constituya.
Ese frente democrático es una urgencia para nuestro pueblo salvo que pensemos que la crisis que estamos viviendo es una crisis ordinaria tras la cual todo volverá a ser más o menos como antes. Poca gente habrá que sostenga que el modelo político-económico actual es sólido, que lo que toca es mejorarlo, conseguir su cara más amable. Todos los pactos de los que venimos (desde el pacto fordista al pacto de la Transición) están rotos: estamos en una situación de colosal enfrentamiento entre saqueadores y pueblo. O nos organizamos mucho mejor como pueblo aprovechando lo que ya tenemos pero trascendiéndolo en nuevas formas a la altura de la crisis histórica o nos arrollarán los saqueadores y lo pagaremos todos durante décadas.
El autor es miembro del Consejo Político Federal de Izquierda Unida
Fuente: http://www.lamarea.com/2013/02/04/una-respuesta-popular-para-un-fin-de-ciclo-historico/
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viernes, 1 de febrero de 2013

En manos de ladrones


Por Esther Vivas
No hay duda. Estamos en manos de ladrones. El caso Bárcenas, Pallerols, Crespo, Nóos, Mercurio, sumados al caso Gürtel, Millet, Campeón, Pretoria y un largo etcétera, demuestran que aquellos que nos han venido dando lecciones de austeridad, no sólo benefician a banqueros y empresarios sino que, cuando no les enfocan las cámaras, corren a llenarse los bolsillos para vivir en la opulencia y el derroche. Y, encima, a costa nuestra.
Alcaldes, exministros, dirigentes autonómicos, senadores, concejales, diputados… y hasta un total de más de 300 políticos están siendo investigados por casos de corrupción. En todos los niveles de la administración pública cuecen habas. Y no sólo. La corrupción asoma, también, en el Consejo General del Poder Judicial, entre los gobernadores del Banco de España o en la mismísima familia real. Aquí, no se salva nadie. Y sólo conocemos la punta del iceberg.
El País Valencià y las Baleares tienen el triste honor de encabezar el ranking de la corrupción y el amiguismo, aunque territorios como Catalunya, Galicia, Madrid, Andalucía… les siguen de cerca. En el País Valencià, nuevo diputados del Partido Popular están formalmente imputados, así como antiguos altos cargos del gobierno de Francisco Camps, a quién, incluso, el periódico The New York Timesllegó a comparar con Silvio Berlusconi. En Baleares, son ya casi un centenar los imputados, entre cargos y exaltos cargos, la mayoría de la última legislatura del popular Jaume Matas, quien, por cierto, acumula un total de unas doce causas por financiación irregular, entre otras.
En Catalunya, la corrupción salpica de lleno tanto a Convergència como a Unió. Convergència, con su sede embargada  para cubrir la fianza de 3,2 millones de euros por el desvío de fondos del Palau de la Música y con la trama de las ITV acechando a su secretario general, Oriol Pujol. Más el caso del Institut Català de la Salut, que obligó a la dimisión de su presidente Josep Prat, o ahora el caso de Xavier Crespo, diputado de CDC en el Parlament, vinculado, presuntamente, a una trama de blanqueo de capitales procedentes de la mafia rusa. El “muy honorable” Jordi Pujol parece que no se ha enterado y promueve desde su Centre d’Estudis un “código ético para profesionales de la política”, basado en la honradez y la transparencia. En fin, otra broma de mal gusto.
Por no hablar de Unió, condenada por financiamiento irregular al beneficiarse con  fondos públicos destinados, para más inri, a la formación de parados. El conocido como caso Pallerols. Y que culminó, ojo al dato, con un acuerdo entre fiscalía, acusación y defensa para evitar el juicio, y la no declaración, entre otros, del presidente de la formación Durán y Lleida, y una rebaja de las penas de prisión a menos dos años (¡inicialmente la Audiencia de Barcelona pedía once!) evitando, así, la cárcel. ¿Justicia?
No hay que olvidar tampoco la trama de los ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) falsos de la Junta de Andalucía, presidida por el PSOE, con cerca de 70 imputados, entre ellos, exconsejeros, exdirectores generales y exviceconsejeros. Muchos, parece ser, fueron los beneficiarios, a lo largo de al menos diez años, del dinero de los ERE andaluces. Un escándalo que sigue la estela de una largo historial de corrupción en las filas socialistas desde la época de Juan Guerra y Luís Roldán.
Aunque la mayor parte de los casos de corrupción se dan a nivel local. Hoy unos 80 alcaldes y exalcaldes más varias decenas de concejales están siendo investigados por causas relacionadas con la adjudicación de obras y urbanismo. Muchos de ellos están imputados por delitos de malversación de fondos, prevaricación, tráfico de influencias y/o fraude. El caso Pretoria  en Santa Coloma de Gramenet y el, más reciente, caso Mercurio en Sabadell son todo un ejemplo.
Los partidos políticos mayoritarios, principalmente, han hecho y deshecho a su antojo con los fondos públicos, han utilizado instrumentos de financiación ilegal y han gestionado los asuntos colectivos como si se tratara de su patio privado. No es sorprendente, pues, que en el último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en diciembre del 2012, los políticos y los partidos fueran considerados el tercer problema más importante que existe en el Estado español, seguido de la corrupción y el fraude. De hecho, en el informe Percepción de la Corrupción 2012, elaborado por Transparencia Internacional, el Estado español ocupaba el puesto número 30 de la clasificación, empatando, casualmente, o no tanto, con Botsuana.
Y, ¿qué suerte corren aquellos que se atreven a denunciar dicha corrupción? Hoy el caso más emblemático es el de CafèambLlet, una revista local que, con muy pocos medios, denunció, a principios del 2102, con un vídeo casero, que en pocos días llegó a las más de cien mil visitas en Yotube, como el dinero de la sanidad pública catalana estaba siendo robado por empresarios y políticos de CiU y del PSC. Meses después, CafèambLlet era denunciado por Josep Maria Vía, citado en dicho vídeo, por atentar contra su honorabilidad y, en un juicio inusitadamente rápido y donde ni siquiera pudieron hablar, fueron declarados culpables y condenados a pagar una multa de diez mil euros. Pero, tomen nota, otro de los principales escándalos que destapó CafèambLlet fue el Informe Crespo, en relación a Xavier Crespo, quien en su momento amenazó de querellarse contra la revista y a quien en estos momentos la Fiscalía Anticorrupción pide que sea investigado por prevaricación y cohecho. ¿Alguién indemnizará a CafèambLlet por las amenazas recibidas por este personaje?
La corrupción hoy no es percibida igual que ayer. Ahora se la considera como parte intrínseca de la crisis. La impunidad de la que gozaban los políticos con la corrupción parece se acaba. En un momento donde se tambalean los pilares del sistema construido en la Transición, y donde la pérdida de legitimidad de las instituciones y representantes políticos avanza a marchas forzadas por su servilismo al poder financiero, es probable que el impacto de la corrupción en la opinión pública y en el comportamiento electoral sea más severo. Y es que en la medida en que aumenta el paro, la pobreza y la precariedad, el enriquecimiento ilícito de unas elites a costa de la mayoría social se convierte en otra vuelca de tuerca insoportable. La crisis no se aprecia ya como resultado del “despilfarro” de los de abajo sino como “robo” y “estafa” de los de arriba.
Ha llegado, pues, el momento de movilizarse, decir basta y tomar medidas: exigir mecanismos de control de los cargos públicos, revocabilidad de mandatos, desprofesionalización de la práctica política, no acumulación de cargos, límite en los sueldos, transparencia en las cuentas. Ayer miles de personas se concentraron frente a las sedes del Partido Popular en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y A Coruña. ¿Un primer paso para un nuevo repunte de la voz de la calle? El caso Bárcenas es la gota que colma el vaso. Ya va siendo hora que nos devuelvan todo lo que nos han robado.
Fuente: http://esthervivas.com/2013/02/01/en-manos-de-ladrones/
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Corrupción y política


Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España
Cuando el movimiento 15-M creó el eslogan “no hay pan para tanto chorizo”, muchas voces “respetables” del establishment mediático y político español desmerecieron tal denuncia tachándola de exageración propia del discurso supuestamente demagógico del movimiento. La realidad ha demostrado que el eslogan es claramente pertinente. La corrupción parece existir en grandes sectores de las instituciones políticas y en un gran número de figuras relevantes del estamento llamado representativo.
Es importante señalar que esta denuncia procede de un movimiento –el movimiento 15-M- que hizo y hace de su exigencia de democracia el punto central de sus demandas. No hay que confundirlo, por lo tanto, con el grito en contra de las instituciones democráticas que ha caracterizado al movimiento fascista -todavía muy extendido en España- al que, aunque se vista de seda, se le puede reconocer fácilmente. Para tal movimiento fascista, el eslogan de que todos los políticos son iguales, es decir, corruptos, sirve a una misión: la de intentar desacreditar, no sólo a los políticos corruptos, sino a las instituciones representativas, presentándolas como intrínsecamente corruptas. El fascismo español siempre despreció el concepto y la realidad democrática.
El movimiento 15-M, por el contrario, denuncia a las instituciones democráticas por sus enormes insuficiencias (basadas en la transición inmodélica que se hizo en España de la dictadura a la democracia), señalando que la corrupción entre los políticos es incompatible con la democracia. En realidad, la corrupción, en contra de lo que dicen interesadamente la derecha y los medios afines a ella, está mucho más extendida entre las derechas (partidos conservadores y liberales) que entre las izquierdas. La relación de los poderes económicos y financieros con los partidos de derecha ha sido una constante, pues su propia existencia estaba basada en su función de defender sus intereses. De ahí que, resultado de esta relación, las oportunidades de corrupción sean inmensas. No es casualidad que tales partidos sean los que han favorecido siempre la opacidad en la financiación de sus prácticas.
Las izquierdas históricamente tuvieron sus lazos con el movimiento obrero, no con el mundo empresarial, de manera que la corrupción era poco común (aunque la derecha siempre se refiere a los sindicatos como grupos de presión semejantes al mundo empresarial como si los primeros tuvieran los mismos recursos que el segundo). La corrupción entró más tarde, como resultado de la complicidad que se ha ido desarrollando entre los equipos dirigentes (y muy en particular en sus equipos económicos) de las izquierdas mayoritarias gobernantes y el mundo financiero y del gran empresariado. En realidad, tal complicidad, resultado del maridaje entre las cúpulas públicas y las privadas, ha pasado a ser un elemento normal que apenas llama la atención, y raramente se denuncia. Esta corrupción ocurre también a nivel municipal, donde el control de la contratación da pie a un gran número de corruptelas. Es una enorme falta de servicio a la democracia que las izquierdas mayoritarias gobernantes hayan sido tan tolerantes con los casos de corrupción y opacidad en las finanzas de los partidos.
Que tal tolerancia se dé en el PP es lo previsible. En este partido es más que tolerancia. Como se está documentando, es una práctica común entre las élites gobernantes de tal partido. Son los herederos de la derecha histórica en la que, cuando gobernaba en un régimen dictatorial, la corrupción era la norma. No es de extrañar que el mismo partido que se movilizó para terminar con la investigación de los crímenes del franquismo, expulsando al Juez Garzón de la judicatura, intentara interrumpir también exitosamente la investigación del caso Gürtel.
Y tampoco es de extrañar que este partido sea el que quiere dar la bienvenida al señor Sheldon Adelson para que se establezca en Madrid, ofreciéndole todo tipo de facilidades, incluyendo saltarse la Ley. El propietario de la red de casinos centrada en Las Vegas –uno de los centros de la corrupción en EEUU- es conocido en aquel país como el “gran destructor de la democracia estadounidense”, habiendo pagado 150 millones de dólares (repito, 150 millones de dólares) a los políticos del Partido Republicano (controlado por el Tea Party), para que defendieran sus intereses e interrumpieran la investigación judicial que podría poner en peligro sus ingresos de 6.000 millones de dólares. Este señor, por cierto, es también uno de los que propugnan que las pensiones públicas y el Estado del Bienestar en aquel país son excesivos, tal como las derechas liberales están también sosteniendo en España. La entrada de tal señor en la política española será un aliciente enorme para la americanización de la política, abriéndose el proceso electoral al mejor postor, práctica ya existente, pero que aumentará todavía más, como resultado de la influencia de tal personaje en la política española. Éste es el futuro, por lo visto, deseado por la derecha española, heredera de las fuerzas políticas que implantaron la dictadura.
Está claro, como el movimiento 15-M está exigiendo, que se necesita una revolución democrática que permita la participación masiva de la población en la gobernanza del país, revolución democrática que requiere un cambio profundo de los partidos políticos, tanto en su estructura como en su gobierno y financiación.
Publicado en Sistema Digital
vnavarro.org
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El Gobierno: Reflejo fiel de la clase privilegiada


Por Federico Carril 

Si, efectivamente, el Gobierno es el reflejo de la sociedad que gobierna. No obstante, dicho reflejo no es proyectado equitativamente por cada individuo de la misma. Aquel que afirma lo contrario es un/a necio/a. También lo es quién afirme que la actual crisis es culpa por igual de todos o incluso defienda la afirmación “todos somos culpables” (culpa de todos, responsabilidad de nadie).  Es necio también aquel que cree en la perfección del mercado y niegas las burbujas económicas. Al igual que aquel que cree que vive en una Democracia cuando vive en una sociedad en la cual el pueblo no tiene protagonismo, ni cada individuo es equitativamente y justamente representado.

Volviendo al gobierno. Son aquellos con más poder económico los que tienen mayor protagonismo en el mismo, mayor influencia. Creo que en está afirmación podemos estar de acuerdo, de lo contrario sugiero que investigue un poco. Es influencia que fluye de manera ilegal ó legalmente pero con una moral dudosa, y con objetivos que difícilmente coinciden con los intereses de la sociedad sino con los caprichos de unos pocos individuos. Nuestro gobierno se basa en los caprichos, avaricia y anti humanismo de la clase privilegiada, y no, como algunos defienden, en la supuesta insensatez  y corrupción que el pueblo trasmite mediante la inexistente vía democrática. Es la clase privilegiada defendida por el dogma neoliberal quien controla al gobierno y ocupa su puesto, y a su vez la que lleva a cabo la tarea de desprestigiar al mismo con sus ataques públicos, con el único fin de apropiarse con aquello que el Sector Público crea con la financiación provista exclusivamente por la clase trabajadora.

Podemos aceptar el neoliberalismo, asumir equivocadamente la ineficiencia y corrupción como algo inherente al Sector Público y al Gobierno democrático. Siendo así razonable su reducción a la mínima expresión. ¿Y entonces? ¿Entonces qué? Siendo la clase privilegiada la clase gobernante, y a su vez la desprestigiadora profesional del Sector Público por las falencias del mismo ¿No será acaso está la clase responsable de todos los males del Sector Público? Criticando las deficiencias que ellos mismos producen para así apropiarse de la inversión de todos, para apropiarse en particular del Estado del Bienestar y los recursos nacionales, tal como estamos comprobando, y más adelante de todo lo estatal que tenga la capacidad de crear  ingresos (dicha apropiación no se detendrá en los hospitales y colegios, seguirá hasta alcanzar la recaudación de impuestos y seguridad).  

¿Acaso piensan que aquellos que controlan la mayor parte de nuestra economía y de los medios de comunicación permitirían la dualidad política incompetente que existe sí no les beneficiaria? ¿Permitirían, seriamente pregunto, toda la corrupción y despropósito gubernamental que existe actualmente? ¡Claro que no! A no ser que les beneficie.

Y aquí entra nuestra culpabilidad, y no antes afirmando que aquellos que nos gobiernan son nuestro reflejo. La culpabilidad del pueblo está en su defensa incansable de aquellos gobernantes que le embauca constantemente.  Y en haberse dejado programar en ignorar la realidad. Pero ya la estafa, sobretodo en una época como la actual de profunda crisis económica, es más que evidente. No podemos aceptar seguir siendo el pueblo que no se levanta y lucha, que no se informa y delega en la corrupción de la clase privilegiada. Que se deja engañar por papel mojado y la caja tonta. Que cae en la hipnotización del consumismo. O que se siente derrotado por ser minoría (económicamente hablando).
Para producir el cambio real único en la Historia, primero hay que despertar y no tolerar este abuso, y segundo, hay que recordar y recordarles; que ellos controlan la economía metafóricamente, pero nosotros la controlamos literalmente, son nuestras manos y no las suyas las que producen la mayor parte del valor, las que producen aquello que es necesario para que la sociedad continúe, dependiendo su suerte de nuestra voluntad, y no al revés.

El sentido literal implica la realidad, el metafórico representa los fantasmas de la imaginación. La realidad ha de imponerse de una vez al engaño, sino condenados estamos a sufrir sus consecuencias indefinidamente.
Y aquellos neoliberales que defiendan la reducción o desaparición del Sector Público, invitados quedan a dar ejemplo y abandonarlo primero. No necesitamos más gestores públicos ni políticos que busquen saciar la avaricia de la clase privilegiada. 

Fuente: http://ydormimostranquilos.blogspot.com.es/2013/01/el-gobierno-reflejo-fiel-de-la-clase.html

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La cara B de la democracia española


Por Isaac Rosa
La historia reciente de España, las últimas décadas que convenimos en llamar democracia, no está escrita en letra de molde, ni dorada, ni siquiera en limpio. Al contrario, está escrita en vulgares cuadernos de contabilidad, cuadriculados y rellenados a mano con letra apretada y descuidada, con abreviaturas y tachones.
La historia de la democracia española no la han escrito cronistas ni historiadores, tampoco periodistas ni novelistas, sino meticulosos contables que anotaban entradas y salidas de dinero, se mojaban la yema del dedo para pasar la página y usaban papel calca para quedarse con copia de todo.
Es Bárcenas, pero no solo él. Su cuaderno ya lo conocemos, al menos algunas páginas, pero hay muchos otros libros de contabilidad B guardados en cajones, en archivos, en cajas fuerte. Una legión de tesoreros encorvados sobre sus escritorios, bajo un flexo, anotando nombres de pagadores y cobradores, cantidades, fechas, escribiendo sin saberlo páginas históricas.
Hasta que no conozcamos esos cuadernos, esa contabilidad B, no podremos completar la verdadera historia de España. Solo conocemos la cara A, la que cuenta que hubo una dictadura y luego entre el rey y unos cuantos dirigentes políticos de gran talla nos trajeron la democracia, y después llegaron el desarrollo, la modernización, la marca España, los servicios públicos, el Ave, los grandes eventos, la Unión Europea, la OTAN, los éxitos deportivos y culturales, un rey simpático y deportista, un príncipe enamorado de una plebeya, las empresas conquistando el planeta, edificios emblemáticos, segunda residencia, hoteles con encanto, la banca campeona del mundo y el mejor fútbol de Europa. Hasta que llegó la crisis, como una catástrofe natural, y lo arrasó todo. Fin.
Esa es la cara A. De la otra, de la B, conocemos destellos que escaparon durante estos años: investigaciones judiciales, exclusivas periodísticas y denuncias ciudadanas que alumbraron a ráfagas ese sótano donde los contables escribían la verdadera historia en sus cuadernos. Corrupción, comisiones, sobornos, puertas giratorias, privatizaciones para los amigos, pelotazos obscenos, saqueos de las arcas públicas, contratos amañados, tratos cerrados en un restaurante de lujo, amiguitos del alma, bodas en el Escorial, patrimonios hinchados, maquillajes contables, fundaciones sinónimo de lucro, cajas de ahorro desvalijadas, ingeniería financiera, planes de urbanismo, evasión fiscal, maletines, sobres, cuentas en Suiza, cacerías.
La cara A de la democracia sonó bien durante años, era una canción fácil, pegadiza, todos la tarareamos. De vez en cuando se rayaba, saltaba o sonaba sucia, había escándalos, había robos, había precariedad y desigualdad, pero el disco seguía girando sin distorsionar demasiado, hasta que en los últimos años empezó a atascarse, a ralentizarse, a sonar cada vez más sucio, hasta resultar tan insoportable que nos tapamos los oídos. Así que ahora toca darle la vuelta al disco y oír la otra versión de la historia al completo, la cara B.
Creemos saber mucho, saberlo casi todo, pero en realidad sabemos muy poco. Solo conocemos fragmentos sueltos de esa cara B. Los historiadores del futuro que quieran entender este tiempo, que quieran comprender cómo la joven democracia española se fue a pique en tan poco tiempo, cómo un país próspero se arruinó tan deprisa, no entenderán nada, no podrán escribir esta historia mientras no tengan acceso a los cuadernos de los contables. Los de Bárcenas, los cuadernos del PP, pero también los de otros partidos, y los de las empresas que también tenían su caja B y ponían el dinero de los sobornos, y los de los bancos que perdonaban deudas y a cambio recibían vista gorda, ayudas y algún indulto, y los de los beneficiarios de las privatizaciones, y los de la Casa Real y todas sus ramificaciones, y los de los grandes medios de comunicación que tanto contribuyeron a la ocultación.
No solo los historiadores. Nosotros también, los ciudadanos, si queremos refundar este país arruinado y podrido, si queremos construir algo mejor, algo habitable, necesitamos conocer esa cara B, necesitamos leer todas esas entradas y salidas manuscritas en los cuadernos, identificar todos los nombres, sumar las cantidades sustraídas, leer ese folletín cuyos capítulos están repartidos en cientos de libros contables. Ahí es donde se cuenta cómo hemos llegado hasta aquí, qué nos ha pasado, cómo hemos caído. Quién nos ha malvendido.
Esos son los documentos secretos de la historia de España, pero aquí no hay institución que los vaya a desclasificar pasados unos años. Y mientras no salgan a la luz, no nos enteraremos bien del país en que vivimos.
Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/corrupcion_PP_Barcenas_democracia_Espana_6_96300390.html
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